El desarrollo de nuestra sexualidad.

El desarrollo de nuestra sexualidad nos acompaña a lo largo de nuestra vida. Es personal e intransferible, como nuestra huella digital, y se va modificando en torno a vivencias y diversos factores.

La OMS definió en 2006 lo que es la sexualidad;

Se trata de un aspecto central del ser humano, que presenta a lo largo de su vida. Abarca el sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual.

Se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales. (<<No siempre incluye todas>>)

La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales.

Wow! Casi nada eh?, La sexualidad se impregna de todo lo que somos, vivimos, o hemos vivido.

¿Cómo construimos nuestra sexualidad?

Al igual que con nuestra personalidad, la sexualidad la construímos a través de lo que pensamos, lo que sentimos o qué aprendimos, cómo lo vivimos y que deseamos.

La experimentamos en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos.
Se modifica a lo largo de la vida y la percepción de nuestra propia sexualidad varía. No es la misma ahora que hace 10 años, ni será la misma que dentro de 15.
Otro factor importante a la hora de construirla es nuestro contexto sociocultural. No es igual vivir tu sexualidad aquí, en España que en otros lugares del mundo. Por ejemplo, en la comunidad amazónica de los yanomamis, las mujeres no permiten nunca que sus parejas las besen en la boca; Al parecer les da “repelús”(aquí esto nos parece extraño, verdad?).

DESDE LA INFANCIA…
Como vivimos nuestra sexualidad depende directamente del aprendizaje en nuestros primeros años de vida. Estos primeros años son clave para nuestro desarrollo social y de ellos depende positivizar la sexualidad; Sea cual sea la nuestra propia.

Desde que somos un bebé o infantes queremos saber cómo somos, que nos produce bienestar y dónde o en que lugares lo sentimos así.

Al principio del desarrollo, a nivel genital existen reacciones corporales (como por ejemplo la erección) y desde niños experimentamos que es lo que nos sucede. Se trata de un juego exploratorio que genera autoconocimiento y bienestar.

Después según avanza la edad, esa sensación agradable que proporciona un efecto de relajación ya produce placer, y las “caricias” se vuelven conscientes, sin tener connotaciones eróticas, aún no existe un conocimiento claro; Lo que si observamos es que no produce el mismo bienestar las caricias en la vulva, que rascarnos la nariz.

EN LA ADOLESCENCIA…
La masturbación se vuelve un acto consciente y será fruto del aprendizaje generado durante la infancia. Implica un objetivo sexual, por lo que durante esta etapa ya existe una idea de sexo clara. En esta etapa es fundamental fomentar el autoestima y la inteligencia emocional.


Quiero explicarte un concepto. La inteligencia sexual.

“La sexualidad es personal e intransferible”, cité antes.

Para poder tener una correcta y positiva salud sexual, debemos tener capacidad de adaptarnos física y emocionalmente al desarrollo de nuestro cuerpo (dejar los complejos a un lado), tener autoconocimiento ( saber cómo son nuestros genitales, aceptarlos e integrarlos correctamente en nuestro esquema corporal) y conocer nuestras apetencias, lo que nos gusta y lo que no…

Debemos además, poder verbalizarlo sin pudor o miedo. En ocasiones estamos más pendientes del deseo de nuestra pareja o delegamos nuestro placer en ell@s sin ni siquiera darles la oportunidad de que conozcan “qué es lo que nos gusta”.
Estos son algunas de los ingredientes para construir una sexualidad sana y con fundamento.

Si crees que te faltan ingredientes, cuenta conmigo. Como experta en fisiosexología en Gijón, puedo ayudarte.


Post redactado por: Bárbara Barrado Martín
Fisioterapeuta de Muevetupelvis
Especialista en disfunciones de suelo pélvico y técnicas de drenaje linfático.